martes, 29 de marzo de 2016

LA POESÍA HISPANOAMERICANA




El primer gran movimiento literario surgido en Hispanoamérica de un modo autóctono fue el Modernismo, que se inició con el poeta cubano José Martí y alcanzó su plenitud con el poeta nicaragüense Rubén Darío (del que celebramos el centenario de su muerte acaecida en 1916) que lo trajo a España y como sabemos ejerció una gran influencia que permitió la renovación de la poesía de los primeros años de XX.    
El argentino Lepoldo Lugones, el mexicano  Amado Nervo, el colombiano José Asunción Silva, Delmira Agustini y el colombiano Guillermo Valencia son poetas modernistas. Pero el  Modernismo es, sobre todo, Rubén Darío, con él se renovó la lírica hispánica a uno y otro lado del océano a finales del siglo XIX. Su poesía parte del Simbolismo francés y de los poetas malditos (Mallarmé, Rimbaud y Baudelaire).
 Los modernistas reaccionan contra la vulgaridad de la literatura realista. Sus versos están exquisitamente elaborados desde el punto de vista formal; cuidan su estructura para conseguir efectos rítmicos y sonoros de particular expresividad y ponen en circulación variedades métricas poco usadas hasta entonces, como, por ejemplo, el alejandrino el dodecasílabo, el eneasílabo..., o la utilización de la silva. Los temas de la poesía modernista se renuevan: cosmopolitismo, jardines versallescos, las porcelanas y los ambientes aristocráticos, galantes y refinados. Pero, con el paso del tiempo, su universo poético se torna más íntimo y, a la vez, más amargo y dolorido y su preocupación por los temas americanos.
La trayectoria de Rubén Darío marca la evolución del Modernismo. Su primera obra es Azul... (1888). El tema central es la lucha y los anhelos del artista frente a la sociedad insensible y positivista. Sigue luego Prosas profanas, un auténtico alarde de virtuosismo formal en el que el autor hace gala de un esteticismo exacerbado y decadente y el gusto por evocar ambientes refinados.
En 1905 aparece el libro más denso y rico de Rubén, auténtica cima de su lírica: Cantos de vida y esperanza. Hallamos en este libro tanto cánticos de esperanza y de entusiasmo por lo hispánico (La salutación del optimista), como composiciones filosóficas y elegíacas como Lo fatal, en que se plantea el misterio de la existencia y de la muerte. 
LO FATAL
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, 
y más la piedra dura porque esa ya no siente, 
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, 
ni mayor pesadumbre que la vida consciente. 

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, 
y el temor de haber sido y un futuro terror... 
Y el espanto seguro de estar mañana muerto, 
y sufrir por la vida y por la sombra y por 

lo que no conocemos y apenas sospechamos, 
y la carne que tienta con sus frescos racimos, 
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, 

¡y no saber adónde vamos, 
ni de dónde venimos!...


La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, 
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida en su silla de oro, 
está mudo el teclado de su clave sonoro, 
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. 

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. 
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, 
y vestido de rojo piruetea el bufón. 
La princesa no ríe, la princesa no siente; 
la princesa persigue por el cielo de Oriente 
la libélula vaga de una vaga ilusión. 



Posmodernismo. La transición a las vanguardias. 
En la primera década del siglo XX la literatura hispanoamericana comienza a dar síntomas de un cambio de rumbo. Se produce una renovación temática, pues la poesía de escritores como Amado Nervo o Leopoldo Lugones, se centra en la intimidad y en lo cotidiano, y a la vez, se enriquece de matices nacionales o regionales y empieza a indagar en la esencia de lo americano. En la forma, cansados ya del ornamento modernista, se procede a la depuración del retoricismo, considerado ahora decorativo y superfluo y experimentan con la metáfora en busca de nuevos modos de expresión que los acercarán a las vanguardias ( Julio Herrera y Reissig). Dentro de esta corriente posmodernista, más íntima y humana, destacan la poetisa argentina Alfonsina Storni (Se suicidó en Mar del Plata . Hay versiones  que dicen que se internó lentamente en el mar. La inquietud del rosalMascarilla y trébol), Juana de Ibarbourou(poetisa uruguaya que alterna los libros de versos, La rosa de los vientos..., con las prosa poética, Estampas de la Biblia...) y Gabriela Mistral, poetisa chilena que recibió el premio Nobel en 1945. Promotora del movimiento literario denominado “Sencillismo”, inspirado en el canto a las cosas humildes, a la naturaleza, a los niños... Se dio a conocer con Sonetos de la muerte

El vanguardismo. 
Paralelamente, hacia 1920, comienzan a dejarse sentir en Hispanoamérica las corrientes vanguardistas nacidas en Europa. Su impulso será decisivo para apagar los últimos rescoldos del Modernismo.
El primer embajador del Vanguardismo europeo es, sin duda, el chileno Vicente Huidobro, quien capitanea el movimiento que recibe el nombre de Creacionismo y que crea escuela en España. Ya en su primer libro Ecos del alma, hallamos poemas con una particular disposición tipográfica, próximos a los caligramas, adelantándose en este sentido a G. Apollinaire. El creacionismo tiene como lema: “El poeta es un pequeño Dios”, de modo que no imita a la naturaleza, sino que crea algo nuevo que se añade a ella y la reinventa. En 1919 empieza a componer Altazor o El viaje en paracaídas , núcleo esencial de su producción. Poemario experimental, simbólico y trascendente en su contenido: el poeta pretende deshacer el lenguaje y la realidad para volverlo a crear de nuevo.
Otro movimiento vanguardista importante es el Ultraísmo argentino. Del movimiento ultraísta participaron, entre otros, Oliverio Girondo, Ricardo Güiraldes y  Jorge Luis Borges. El cubano Mariano Brull fue el creador de la llamada Jitanjáfora, término adoptado por el escritor mexicano Alfonso Reyes a partir de un poema (Leyenda) del escritor cubano y que designa a un lenguaje sin sentido creado por el propio poeta.
Como en España, de todos los movimientos vanguardistas, el Surrealismo fue el que dejó en América una huella más profunda. Está en los grandes poetas César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz. 

Leyenda

Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveola jitanjáfora
liris salumba salífera.
Olivia oleo olorife
alalai cánfora sandra
milingítara girófora
zumbra ulalindre calandra.
No hay tiempo que perder
Ya viene la golondrina monotémpora
Trae un acento antípoda de lejanías que se
       ( acercan 
160
Viene gondoleando la golondrinaAl horitaña de la montazonte
La violondrina y el goloncelo
Descolgada esta mañana de la lunala
Se acerca a todo galope 
165
Ya viene viene la golondrina
Ya viene viene la golonfina
Ya viene la golontrina
Ya viene la goloncima
Viene la golonchína 
175
Viene la golonclima
Ya viene la golonrima
Ya viene la golonrisa
La golonniña
La golongira 
180
La golonlira
La golonbrisa
La golonchilla
Ya viene la golondía

La poesía negra. 
En los años treinta, en el Caribe, surge una poesía inspirada en los negros descendientes de los esclavos africanos. En esta corriente se mezclan el compromiso ético y político con los grupos marginados con la atracción vanguardista por los mundos primitivos y las costumbres folclóricas, vistos como culturas no viciadas por el racionalismo occidental. De este modo, Nicolás Guillén, ya en sus dos primeros libros, Motivos de son y Sóngoro Cosongo, trata de reproducir verbalmente los ritmos y sones de las músicas ceremoniales de los negros antillanos, incluyendo onomatopeyas, palabras africanas y deformaciones fónicas sintácticas, a la vez que muestra un enfoque social. 
CANTO NEGRO

¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.

Mamatomba,
serembe cuserembá.

El negro canta y se ajuma,
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó,

yambó,
aé.

Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
Tres  nombres destacan sobre los demás: César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz.

César Vallejo, peruano, (1892-1938) inicia su labor poética en el ámbito del Modernismo, con Los heraldos negros. Su actitud de rebeldía se refleja en Trilce, libro clave que nace de la mezcla de los adjetivos “triste” y “dulce”, que es la base misma de la vida. Rompe por completo con las fórmulas literarias precedentes para buscar nuevas formas de expresión. Es un libro puramente experimental, con un lenguaje sin sentido, pero que en el fondo revela la actitud de protesta por un mundo mal hecho y el desarraigo del poeta. Vive exiliado en Europa desde 1923 y en París conoce a los vanguardistas. Viaja también a España y entabla amistad con los poetas de la época. Su poesía evoluciona hacia el compromiso social: Poemas humanos (publicado póstumamente en 1939), su libro más personal y representativo, quiere ponerse al servicio de la revolución. Su angustia y sufrimiento se plasman a través de sugerentes imágenes surrealistas. En este libro hallamos 15 poemas inspirados en la guerra civil española, agrupados bajo el título España, aparta de mí este cáliz. El horror de la guerra queda patente y se pone en paralelo con la Pasión de Cristo. 
XII
Escapo de una finta, peluza a peluza.
Un proyectil que no sé dónde irá a caer.
Incertidumbre. Tramonto. Cervical coyuntura.

      Chasquido de moscón que muere
a mitad de su vuelo y cae a tierra.
¿Qué dice ahora Newton?
Pero, naturalmente, vosotros sois hijos.

      Incertidumbre. Talones que no giran.
Carilla en nudo, fabrida
cinco espinas por un lado
y cinco por el otro: Chit! Ya sale.
               (TRILCE)
César Vallejo
(Perú, 1892-Paris, 1938)

España, Aparta de mí este cáliz
(1937)
I
HIMNO A LOS VOLUNTARIOS DE LA REPÚBLICA
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al que bien, que venga,
y quiero desgraciarme;
descúbrome la frente impersonal hasta tocar
el vaso de la sangre, me detengo,
detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto
con las que se honra el animal que me honra;
refluyen mis instintos a sus sogas,
humea ante mi tumba la alegría
y, otra vez, sin saber qué hacer, sin nada, déjame,
desde mi piedra en blanco, déjame,
solo,
cuadrumano, más acá, mucho más lejos,
al no caber entre mis manos tu largo rato extático,
quiebro con tu rapidez de doble filo
mi pequeñez en traje de grandeza!
II
BATALLAS
Hombre de Extremadura,
oigo bajo tu pie el humo del lobo,
el humo de la especie,
el humo del niño,
el humo solitario de dos trigos,
el humo de Ginebra, el humo de Roma, el humo de Berlín
y el de París y el humo de tu apéndice penoso
y el humo que, al fin, sale del futuro.
¡Oh vida! ¡Oh tierra! ¡Oh España!
¡Onzas de sangre,
metros de sangre, líquidos de sangre,
sangre a caballo, a pie, mural, sin diámetro,
sangre de cuatro en cuatro, sangre de agua
y sangre muerta de la sangre viva!

Pablo Neruda (1904-1973) halla muy pronto su voz personal en Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Son versos adolescentes de tono neorromántico. Crepusculario fue su primer libro de carácter modernista. Posteriormente, ya en la madurez, la poesía de Neruda discurre por los dominios del vanguardismo surrealista y del compromiso político. También viajó y vivió en España, conoció a los poetas del 27 y dirigió la revista “Caballo verde para la poesía”. Sobre los horrores de la guerra civil escribe España en el corazón. Escribe entonces Residencia en la tierra. Se trata de un poemario caótico, perturbador, de gran tensión emocional, tendente al hermetismo, en el que expresa a gritos su desazón, su desesperanza y su angustia en un tono apocalíptico.
Hito clave en su trayectoria es el Canto general, larguísimo poema de 15.000 versos libres, en el que se ocupa del mundo hispanoamericano. Desde su compromiso político exalta su historia, sus tierras y sus gentes, siempre a favor del oprimido, al que invita a alzar la voz. 
En sus célebres Odas elementales abandona la complejidad de las obras anteriores para dirigirse a la gente sencilla, sin retórica ni artificios. Canta a las realidades más simples de la vida cotidiana (la cebolla, el pan, el vino...), símbolo de lo elemental y primitivo.
En  sus últimos años Neruda se orienta hacia la reflexión autobiográfica: Cien sonetos de amor... Además de su autobiografía poética en 5 volúmenes titulada Memorial de Isla Negra, nos deja unas interesantísimas memorias en prosa, Confieso que he vivido, publicadas póstumamente. Neruda fue premio Nobel en 1971. 

Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y a azucena, salpicada por las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley.
Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos.


Poema 20



Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Escucha este poema en la voz de Pablo Neruda


EXPLICO ALGUNAS COSAS
PREGUNTARÉIS: dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.

Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
                                      Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
                                                        Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
                               Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
                                                   Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
                        pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!


WALKING AROUND
SUCEDE que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a  un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Octavio Paz (1914-1998) muestra una actitud abierta a todas las tendencias, adaptándose a cualquier corriente literaria y filosófica (inicios modernistas, poeta puro, influencias surrealistas y existencialistas, influencias del budismo y pensamiento oriental en los años 60...). Entre sus primeras obras destaca A la orilla del mundo. En 1937, como fruto de su toma de contacto con la guerra civil española, publica Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España. Este último libro y los que siguieron se agruparon en 1949 en Libertad bajo palabra, reeditado en 1960 con la incorporación de nuevos poemas y poemarios como Semillas para un himno y La estación violenta. Inspirado por el Surrealismo compone poemas visuales (Topoemas) en clara conexión con los caligramas de Apollinaire. La fascinación de la cultura oriental da como fruto Ladera Este.
LIBERTAD BAJO PALABRA
Viento
Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire
siempre de viaje...
En la segunda mitad del siglo la proliferación de corrientes, movimientos y grupos en Hispanoamérica es extraordinaria. Las tendencias más sobresalientes son: 
1.     La pervivencia de la poesía pura, cuyo modelo se halla en Borges, escritor argentino conocido especialmente por su narrativa breve. En poesía destacamos El hacedor, 1960. 
2.     La poesía comprometida, social y política, siguiendo el ejemplo de Neruda. Se mantiene el Surrealismo, entretejido con orientaciones de contenido existencial y social. El tono coloquial, el humor y la ironía(Mario Benedetti)
3.      Especialmente en los últimos años, surgen manifestaciones de poesía experimental y neovanguardista. 
En este amplio panorama, habría que mencionar, entre tantos, al chileno Nicanor Parra (Premio Miguel de Cervantes 2011), quien cultiva la antipoesía, por su prosaísmo y antirretoricismo, por ejemplo en Poemas y antipoemas.  Juan Gelman, José Emilio Pacheco (Premio Cervantes 2010), Mario Benedetti, Álvaro Mutis son otros nombres destacados en el panorama poético de los últimos años. También destacamos a la cubana Dulce María Loynaz (Premio Cervantes 1992).
La poesía del siglo XXI se acerca más al lector con el uso de un lenguaje estándar y cotidiano, con el lenguaje de la calle, y utilizando un tono conversacional que atenúa la introspección y el subjetivismo tan propio de la poesía. La temática se ha renovado con las referencias a la cultura de masas, al cine, a la música, a las nuevas tecnologías, a la ecología, a la propia literatura y al lenguaje.

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