La importancia que cobra la narrativa hispanoamericana a partir de los años cincuenta y sesenta en el panorama literario contemporáneo ha sido el resultado de la convergencia de diferentes factores. Por un lado, las circunstancias históricas (la dependencia económica de Estados Unidos y Europa y el caudillismo heredado del siglo XIX que derivó en dictaduras militares). Por otro lado, la influencia de las literaturas europeas y norteamericana, el impulso de las vanguardias y de la innovaciones narrativas contemporáneas. A todo ello se suma la importancia de la naturaleza suramericana, el contraste entre la cultura europea y el mundo mítico de las culturas indígenas y la visión mágica de los pobladores de origen africano. La novela hispanoamericana de principios del siglo XX se caracteriza por el continuismo de la literatura realista del siglo anterior. Destacan tres tendencias que van a influir en la novela de la segunda mitad del siglo XX:
La novela telúrica. Es una novela que surge bajo la influencia del realismo pero en la que la naturaleza, presentada en toda su grandiosidad, no puede ser dominada por el ser humano y se convierte en metáfora de un mundo en el cual no rigen las leyes racionales y la cultura europea. Novelas de esta corriente son La vorágine (1924) del colombiano José Eustasio Rivera, Don Segundo Sombra del argentino Ricardo Güiraldes(novela modernista llena de imágenes, sinestesias que mostró la posibilidad de elaborar un lenguaje poético también en la novela) y Doña Bárbara(1929) del venezolano Rómulo Gallegos. Es también una novela regionalista o de la tierra.
La novela de la revolución mejicana. Los de debajo (1916) de Mariano Azuela.
La novela indigenista, que plasma las injusticias y las desigualdades de la población indígena. Huasipungo (1934) del ecuatoriano Jorge Icaza y El mundo es ancho(1941) del peruano Ciro Alegría
En resumen, la narrativa sigue una trayectoria que va del Modernismo al interés por lo local y lo social. Muestras de ello son la novela de la Revolución Mexicana (Los de abajo, de Mariano Azuela), o la llamada novela indigenista, que denuncia la situación de marginación de los indios en la sociedad criolla poscolonial (Huasipungo, de Jorge Icaza, Los ríos profundos, de José María Arguedas, El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría).
A partir de los años cuarenta la narrativa hispanoamericana se enriquece y se renueva de forma excepcional. Las primeras obras de Miguel Ángel Asturias y de Alejo Carpentier ya muestran una nueva manera de plasmar la realidad. El cambio quedó confirmado en Pedro Páramo de Juan Rulfo. Los caminos seguidos son múltiples y revelan la asimilación de las técnicas narrativas de los novelistas europeos y norteamericanos de la primera mitad del siglo, así como de las innovaciones que habían supuesto las vanguardias. Conviven en las novelas y cuentos de los autores latinoamericanos diversas tendencias: la narrativa metafísica de José Lezama Lima (Paradiso) y, por supuesto la de Jorge Luis Borges; la narrativa existencial, con autores como Juan Carlos Onetti o Ernesto Sábato; los herederos de la novela de la revolución mexicana, como Juan Rulfo; y el camino hacia el “realismo mágico”, con Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Julio Cortázar o Augusto Roa Bastos.
Lo más llamativo de esta renovación es cómo junto a la realidad irrumpe la imaginación, de modo que realidad y lo maravilloso aparecerán íntimamente ligados en la novela: uso del mito, de la leyenda, de la magia, de la poesía. Esto es lo que se ha dado en llamar "realismo mágico"- término acuñado por Franz Roh en 1925 para referirse a un movimiento pictórico alemán- y alternativamente "lo real maravilloso", denominación usada por Alejo Carpentier en su prólogo de El reino de este mundo (1949), que relata la sublevación de la población de raza negra en Haití, dirigida por un personaje con poderes mágico, Mackandal, que utiliza el veneno en su lucha contra los blancos.
JORGE LUIS BORGES (1899-1986) no es autor de novelas sino de relatos breves que reunió en sucesivos volúmenes: Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, El informe de Brodie, El libro de arena. En sus cuentos supera el tradicional realismo de la narrativa y da entrada a elementos fantásticos que no sólo cuestionan la estética realista, sino la realidad misma. En sus relatos son constantes la presencia de mitos clásicos, referencias literarias, símbolos... La convicción de Borges de que no es posible un verdadero conocimiento de las cosas explica los temas de sus cuentos: el mundo como un confuso laberinto, el destino incierto del ser humano, la muerte, el tiempo.
JUAN RULFO (1918-1986) es autor de un libro de relatos, El llano en llamas, y una novela corta, Pedro Páramo (Juan Preciado llega a Comala en busca de su padre, Pedro Páramo, del que descubre que es el despótico y despreciable cacique del pueblo y descubre también que él y todos los demás son ánimas que habitan ese valle de la muerte porque están muertos). Pese a la brevedad de su obra alcanza una dimensión universal, al abordar temas como la incomunicación, la soledad, la violencia, el dolor, el destino, la fatalidad, la muerte. Ambas obras presentan un mundo cerrado, hostil, en el que habitan personajes solitarios, ensimismados, con sentimientos de culpa, rodeados por un paisaje que es siempre el mismo: llanuras desoladas, tierras inhóspitas, clima abrasador. Pese a su estilo sobrio, incorpora elementos novedosos: el monólogo interior (recuerdos que fluyen de modo desordenado), el perspectivismo narrativo, saltos en el tiempo (desarrollo no lineal de la narración), mezcla del lenguaje culto y popular, etc.
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS (1899-1974) hace convivir en sus obras la denuncia social, los elementos vanguardistas y los elementos mágicos. ello es visible en sus primeras obras: Leyendas de Guatemala y Señor Presidente (novela de dictador). En la “trilogía bananera” (Viento fuerte, El Papa Verde, Los ojos de los enterrados) la denuncia del neocolonialismo empresarial estadounidense predomina sobre los demás elementos. Premio Nobel en 1967.
JULIO CORTÁZAR (1914-1984) también incorpora a sus textos los elementos maravillosos, pero su realismo fantástico se caracteriza por contar de modo objetivo lo anómalo e imaginario. Para él, la literatura fantástica consiste en romper con la lógica, poniendo en cuestión una sociedad basada en la fe en la razón. De ahí que en sus relatos predomine el absurdo y la irracionalidad. Destacó como autor de cuentos que fue reuniendo en diversos volúmenes (Bestiario, Final del juego, Las armas secretas, Historia de cronopios y famas, etc.). Gran fama alcanzó su novela Rayuela, especie de rompecabezas narrativo que puede leerse de forma convencional o saltando capítulos metáfora literaria de la fragmentación y el caos del mundo bajo el aparente orden superficial.
Capítulo 7
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar, Rayuela
INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Historias de cronopios y de famas, J. Cortázar
Durante los años sesenta se produce la gran difusión internacional de la narrativa hispanoamericana (lo que se conoce como el “boom” de la novela hispanoamericana). Los nuevos novelistas muestran la asimilación de las innovaciones técnicas que se habían producido en la novela universal durante el siglo XX y, por supuesto, son también deudores de la tradición narrativa hispanoamericana anterior. Por ello, sus obras son consideradas la culminación del realismo mágico. De entre los numerosos narradores hispanoamericanos destacamos a Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (1928-2014). Premio Nobel de literatura en 1982. Revela desde sus primeros relatos (La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba, Los funerales de la Mamá Grande, La mala hora, etc.) algunas características de su obra posterior: una gran capacidad narrativa, la mezcla de lo real e imaginario y la fusión del mito y la historia. Ambiente, personajes, temas y técnicas de estos libros iniciales se reiteran en su primera novela extensa con la que alcanza la fama internacional: Cien años
de soledad. Como indica su título, gira en torno a dos temas: el tiempo y la soledad. El tiempo aparece de dos modos opuestos: un tiempo circular en que los hechos parecen repetirse sin fin, y el tiempo histórico, cronológicamente lineal, a través del cual se pasa desde el prehistórico Macondo (el lugar de la novela) a los posteriores Macondos: el feudal, el de la colonización española, el de la lucha por la independencia, el del desarrollo industrial, el de la invasión de las multinacionales... Se dice por ello que Macondo es América Latina en pequeño. Por otra parte, la soledad es una característica de los personajes de la novela, fruto de la incomunicación y la ausencia de amor. En ella se relata la historia de siete generaciones marcadas por una profecía: el último de los Buendía será un hombre con rabo de cerdo. Macondo, pueblo mítico situado fuera del tiempo y el espacio, es el lugar en el que suceden los hechos y los Aurelianos y José Arcadios Buendía, saga cíclica cuya desaparición, como Macondo, estaba anunciada por el destino. Y tiene este magnífico comienzo: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”
García Márquez ha publicado después otras novelas importantes: El otoño del patriarca (novela de dictador), Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, Noticia de un secuestro... También ha seguido reuniendo cuentos en diversos volúmenes. Su libro de memorias lleva el título de Vivir para contarla.
Cien años de soledad
(1967)
[I]
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. "Las cosas tienen vida propia —pregonaba el gitano con áspero acento—, todo es cuestión de despertarles el ánima." José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: "Para eso no sirve."
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MARIO VARGAS LLOSA (Perú,1936) Premio Nobel de Literatura en 2010 que conoce el éxito desde muy joven con La ciudad y los perros (1963). En esta obra, ambientada en un colegio militar, se satiriza con dureza el mundo cerrado y violento de la institución militar. A diferencia de otros narradores, Vargas Llosa renuncia a los elementos mágicos y maravillosos y se mantiene en el plano de la realidad común. En sus siguientes novelas destaca por la facilidad con que usa las técnicas narrativas de la novela contemporánea, sus dotes de narrador y el uso del realismo crítico: La casa verde, Los cachorros (una novela breve sobre el mundo de los adolescentes en la sociedad limeña acomodada), Conversación en la Catedral (una extensa novela con diferentes historias que ofrecen un retrato completo del Perú contemporáneo, asolado por la corrupción y el autoritarismo). Pantaleón y las visitadoras, La ti Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo. En los últimos años ha tenido grandes éxitos con novelas que revisan la historia del siglo XX: La fiesta del chivo (2000, novela de dictador), El paraíso en la otra esquina, Travesuras de la niña mala (2006) y El sueño del celta (2010). Su última novela El héroe discreto (2013). Su última aventura literaria la ha realizado este mismo año de 2015 a representar junto a Aitana Sánchez-Gijón Los cuentos de la peste. Su última novela acaba de ser publicada y ha cumplido ochenta años (28 de marzo de 2016).
Otros autores con sus obras más relevantes son: Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres), Manuel Mújica Láinez (Bomarzo-1962-), Manuel Puig (Boquitas pintadas), Mario Benedetti, Álvaro Mutis, Jorge Edwars, Alfredo Bryce Echenique…
Quiero destacar de esta novelística lo real maravilloso, su temática existencial y social, el lenguaje elaborado barroco, exuberante y una técnica narrativa innovadora, la creación de míticos territorios literarios como Comala y Macondo y a novela de dictador.
El boom dejó en años posteriores un terreno favorable en editoriales y público para la multiplicación, muchas veces indiscriminada, de autores y títulos. Las editoriales aprovecharon el filón y acudían al constante lanzamiento de novelas. Fue la resaca del boom.
Además de los novelistas que siguen en activo entre los ya mencionados, merecen destacarse en la narrativa hispanoamericana actual a autores como Isabel Allende (chilena), Laura Esquivel (mexicana), Antonio Skármeta (chileno) o Augusto Monterroso (guatemalteco), Ángeles Mastretta, Luis Sepúlveda, Roberto Bolaño (primero fue poeta infrarrealista, novelista con Los detectives salvajes, 2666), Ricardo Piglia y jóvenes autores como Andrés Neuman.
BORGES
LA CASA DE ASTERIÓN
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distacciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suel, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo:Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensantgriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
EL DINOSAURIO (AUGUSTO MONTERROSO)
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
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LA OVEJA NEGRA (AUGUSTO MONTERROSO)
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
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