miércoles, 10 de febrero de 2016

GENERACIÓN DEL 98/MODERNISMO

LA GENERACIÓN DEL 98


Un espíritu de protesta, de rebeldía animaba a la juventud de 1898. Ramiro de Maeztu escribía impetuosos y ardientes artículos en los que se derruían los valores tradicionales y se anhelaba una España nueva, poderosa. Pío Baroja, con su análisis frío, reflejaba el paisaje castellano e introducía en la novela un hondo espíritu de disociación; el viejo estilo rotundo, ampuloso, sonoro, se rompía en sus manos y se transformaba en una notación algebraica, seca, escrupulosa. Valle-Inclán, con su altivez de gran señor, con sus desmesuradas melenas, con su refinamiento de estilo, atraía profundamente a los escritores novicios y les deslumbraba con la visión de un paisaje y de unas figuras sugeridas por el Renacimiento italiano; los vastos y gallardos palacios, las escalinatas de mármol, las viejas estatuas que blanquean, mutiladas, entre los mirtos seculares; las damas desdeñosas y refinadas que pasean por los jardines en que hay estanques con aguas verdosas y dormidas.
El movimiento de protesta comenzaba a inquietar a la generación anterior. No seríamos exactos si dijéramos que el renacimiento literario de que hablamos no se inicia precisamente en 1898. Si la protesta se define en ese año, ya antes había comenzado a manifestarse más o menos vagamente. Señales de ello vemos, por ejemplo, en 1897; en febrero de ese mismo año, uno de los más prestigiosos escritores de la generación anterior -don José María de Pereda- lee su discurso de recepción en la Academia Española. La obsesión   persistente de la literatura nueva se percibe a lo largo de todas esas páginas arbitrarias. Pereda habla en su trabajo de ciertos modernistas partidarios del cosmopolitismo literario; contra los tales arremete furiosamente. Pero páginas más adelante, el autor, no contento con embestir contra estos heresiarcas, nos habla de otros personajes “más modernistas aún”, “los tétricos de la negación y la duda,    que son los melenudos de ahora” -¡oh melenas pretéritas de Valle-Inclán!- los cuales melenudos proclaman, al hablar de la novela, “que el interés estriba en el escalpelo sutil, en el análisis minucioso de las profundidades del espíritu humano” […] 
                                                                                         AZORÍN

El contexto histórico y social en el que nace y se desarrolla este movimiento de las primeras décadas del siglo XX, así como las nuevas corrientes de pensamiento  influyen en la concepción novelística. Los hechos históricos, sociales y políticos ocurridos en el siglo XIX determinan el devenir del siglo XX. A finales del siglo XIX el Capitalismo está en su pleno apogeo en Europa. La segunda revolución industrial impulsa y acelera el progreso económico, técnico, científico, los transportes y las comunicaciones. Los años que median entre finales del siglo XIX  y la Primera Guerra Mundial (1914-1918) suponen una profunda crisis para el mundo occidental: se alcanza la cima de la expansión económica iniciada en el siglo XIX, no sólo en España sino también en el resto de Europa. Son los años del mayor desarrollo de un modelo de sociedad burguesa, el de las llamadas democracias liberales, basado fundamentalmente en el enriquecimiento económico de la burguesía a través del crecimiento del gran capital. Los sistemas parlamentarios y constitucionales predominan en Europa y esto es posible por la paz y cierta estabilidad social, aunque la clase obrera va cobrando protagonismo y va planteando teóricamente y en la práctica una lucha por una sociedad más igualitaria y justa, de signo socialista, sindicatos obreros, partidos políticos y las teorías marxistas y anarquistas impulsan ese cambio e impulsan esa lucha de cases. Es también la época de los nuevos imperialismos, Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos son los nuevos colonizadores del mundo, mientras que los antiguos imperios español y portugués entran en un declive que se traduce en una pérdida de sus antiguas colonias. Pero la dinámica económica, los intereses contrapuestos del comercio internacional y los afanes de hegemonía en el Tercer Mundo llevarán a las potencias europeas al primer conflicto bélico del siglo XX: La Guerra del 14-18. Europa saldrá transformada (su mapa) debilitada, pasando el poder y la hegemonía a EE.UU. y Japón. Posteriormente, la Revolución Bolchevique en Rusia (1917) y la constitución del primer estado socialista, traerán como consecuencia una desestabilización del poder burgués y una progresiva agudización de sus contradicciones que desembocará en la crisis del 29. La Segunda Guerra Mundial será el estallido final de las luchas entre los estados europeos capitalistas, que aunque acaba con los sistemas fascistas más agresivos (Alemania e Italia), marca el final definitivo de la hegemonía europea y consolida definitivamente el antagonismo entre países socialistas y capitalistas. 

España, por otra parte, se sume en un período de decadencia y de atraso,  pierde sus últimas colonias en Cuba, Filipinas y Puerto Rico. El desastre del 98 marca a muchos espíritus, que toman conciencia de la debilidad del país y se buscan las causas en los problemas internos que España arrastraba desde hacía tiempo. Algunas personalidades abogaban por una política de regeneración del país. A la cabeza de los regeneracionistas figura Joaquín Costa: pedía "despensa y escuela", es decir, medidas económicas y educativas concretas; o "echar doble llave al sepulcro del Cid", que es lo mismo que proponer que el orgullo de nuestro pasado no fuera pretexto para el estancamiento. Los regeneracionistas fueron un claro precedente de la Generación del 98. Es un país eminentemente rural, pobre y atrasado, el éxodo rural al que se ven abocados por los bajos salarios es sangrante, fundamentalmente se emigra a Madrid y a Barcelona, pero también “a hacer las Américas”. La sociedad española se compone, en su base, de una gran masa rural dominada por el caciquismo, a la que se añade un proletariado industrial desarrollado casi exclusivamente en Cataluña, Madrid y el País Vasco. La dura situación de estos sectores contrasta con las ambiciones y lujos de la oligarquía. El caciquismo es un fenómeno socio-político del siglo XIX y comienzos del XX y que consiste en el ejercicio arbitrario del poder a nivel local y que se alía con la oligarquía dominante. El 71% de la población era analfabeta.
La situación política es muy convulsa, impulsados por el Romanticismo, cobran  fuerza los nacionalismos en Cataluña, País Vasco y Galicia. La Restauración de la monarquía borbónica y la alternancia de liberales y conservadores no solucionan los problemas endémicos de España. La Primera Guerra Mundial supone un respiro económico para el país, pero las posturas políticas se radicalizan cada vez más, los acontecimientos políticos son dramáticos- el asesinato de Cánovas, la Semana Trágica de Barcelona- desembocan en los últimos acontecimientos históricos que crean ese ambiente prebélico y de convulsión política: la dictadura de Primo de Rivera de 1923 a 1930 y la   proclamación de la II República el 14 de abril de 1931. El 18 de julio de 1936 comienza la Guerra Civil española.

También en el último tercio del siglo XIX se produce un derrumbamiento la teorías filosóficas que sustentaban la sociedad burguesa del siglo XIX, basadas en el Positivismo y el Racionalismo. Con ese derrumbamiento se desmoronan los valores pragmáticos y utilitaristas, así como la fe en el progreso, que habían dado pie a la narrativa realista y naturalista del siglo XIX. Esta pérdida de confianza en la razón abre el camino del escepticismo y comienzan a aflorar las corrientes de pensamiento irracionalistas y vitalistas, que preconizan el acceso al conocimiento a través de la intuición. Con ellas vuelven las preguntas sobre el sentido de la existencia, la inmortalidad, el tiempo, la idea de Dios, los valores morales. Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche, Bergson son los pensadores  que con sus teorías   influyen en la literatura que se va a hacer en esta época. También Sigmund Freud con sus teorías psicoanalíticas( el subconsciente y los verdaderos instintos) empieza a ejercer una influencia en la literatura contemporánea. K. Marx lo hará con sus teorías socialistas.
  •      El mundo se mueve determinado por una serie de fuerzas sin sentido y sin motivo.
  •         Son más importantes los impulsos de la vida y las pasiones que la razón.
  •         La vida es algo angustioso.
  •   “Dios ha muerto”. La negación de la existencia de Dios lleva al vacío y al desvalimiento (nihilismo). La creación del Superhombre.
El contexto histórico, político, social y filosófico determina que la producción literaria de estos autores esté impregnada de pesimismo.  la derrota de España por los Estados Unidos en la guerra de Cuba. En 1898 se perdieron las últimas posesiones de ultramar y el  sueño de la grandeza política de España se disipó definitivamente. Esta catástrofe sumió a España en una crisis de gran alcance de la convivencia nacional española y nos llevó a  un pesimismo y a unos sentimientos de inferioridad de la raza. Pero con este dolor por España, prendieron en la minoría intelectual pensamientos de regeneración cuyo alcance espiritual todavía hoy no se ha agotado, regeneracionistas y la Institución Libre de Enseñanza son una muestra de ello. En su juventud expresaron su descontento  con posturas radicales cercanas al anarquismo y al marxismo, pero estas se van atenuando con el tiempo en sus escritos y de manera vital. Por eso, el desengaño predomina en sus textos y su preocupación por España, pero ya desde una postura más contemplativa y filosófica. La insatisfacción por la realidad, el disgusto por las circunstancias dominantes, el pesimismo y el escepticismo definen el clima espiritual. Crisis de la voluntad, la abulia, es el diagnóstico psicológico. Lo que caracteriza más inconfundiblemente al hombre de la Generación del 98 es una incondicional anteposición del tema de España en su pensar y en su sentir. España se convierte en un anhelo intelectual, artístico, vital por excelencia. El dejo amargo de un severo autoanálisis vive en los escritos de estos reformadores. Ganivet y Unamuno señalaron el hacia dónde: hacia dentro, en ellos mismos, desde ellos mismos hasta renovar el espíritu. Y en la geografía encontraron una expresiva correspondencia: Castilla. Hacia adentro, pelada, desnuda, inalterada durante siglos: Pero para hacer fecunda esa introspección es necesaria la perspectiva europea. "España está por descubrir, pero sólo españoles europeizados la descubrirán", dijo Unamuno. La generación de 1898 ama los viejos pueblos y el paisaje, intenta resucitar los poetas primitivos (Berceo, Juan Ruiz, Santillana); da aire al fervor por el Greco ya iniciado en Cataluña, y publica, dedicado al pintor cretense, el número único de un periódico: Mercurio; rehabilita a Góngora; se declara romántica en el banquete ofrecido a Pío Baroja con motivo de su novela Camino de perfección; siente entusiasmo por Larra y en su honor realiza una peregrinación al cementerio en que estaba enterrado y lee un discurso ante su tumba en la que deposita ramos de violetas; se esfuerza, en fin, en acercarse a la realidad y en desarticular el idioma, en agudizarlo, en aportar a él viejas palabras, plásticas palabras, con objeto de aprisionar menuda y fuertemente esa realidad […] Ha tenido todo eso; y la curiosidad     mental por lo extranjero y el espectáculo del desastre -fracaso de toda la política española- han avivado su sensibilidad y han puesto en ella una variante que antes no había en España.



Es la primera generación de escritores del siglo XX, está formada por un grupo de escritores que, ante el desastre del 98, se enfrentó al problema de España y analizó sus males, aunque su respuesta fue puramente intelectual y filosófica y no activa.


EL TEMA DE ESPAÑA

"El estudiante culto, aunque quisiera ver las cosas dentro de la realidad e intentara adquirir una idea clara de su país y del papel que representaba en el mundo, no podía. La acción de la cultura europea en España era realmente restringida, y localizada a cuestiones técnicas, los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo grande de España podía ser pequeño fuera de ella y al contrario, por una especie de mala fe internacional.
Si en Francia o en Alemania no hablaban de las cosas de España, o hablaban de ellas en broma, era porque nos odiaban; teníamos aquí grandes hombres que producían la envidia de otros países: Castelar, Cánovas, Echegaray... España entera, y Madrid sobre todo, vivía en un ambiente de optimismo absurdo. Todo lo español era lo mejor.
Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía al estancamiento, a la fosilización de las ideas."
                     El árbol de la ciencia de Pío Baroja (1911)

Reconstitución y europeización de España
“(...) Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida o encasillada en "partidos". Pero aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de los Ministerios, Capitanías, telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos.

(...) Contener el movimiento de retroceso y africanización absoluta y relativa que nos arrastra cada vez más lejos, fuera de la órbita en que gira y se desenvuelve la civilización europea; llevar a cabo una total refundición del Estado español sobre el patrón europeo, que nos ha dado la historia y a cuyo empuje hemos sucumbido(...) o, dicho de otro modo, fundar improvisadamente en la Península una España nueva, es decir, una España rica y que coma, una España culta y que piense, una España libre y que gobierne.

                                  Joaquín Costa (1900)

José María Jover analiza los motivos y efectos de la crisis producida por la revolución intelectual y científica que se opera a partir del primer decenio de nuestro siglo:

En primer lugar, el decenio mencionado va a presenciar una profundísima revolución intelectual y científica, sin precedentes desde el siglo XVII, llamada a subvertir nuestra concepción del universo, de las leyes que lo rigen, de la materia; la revolución científica iniciada entonces va a proseguir sin detenerse hasta nuestros días. Las teorías de la relatividad de Einstein (1905-1915) van a hacer quebrar, desde su raíz, concepto y leyes de la mecánica celeste tenidos hasta entonces por inmutables; la teoría de un Universo finito en expansión incesante (Eddington), de un Universo en cuatro dimensiones en el cual llega a comprobarse la curvatura de los rayos luminosos de las estrellas, vienen a poner en evidencia la contingencia de los postulados de la lógica matemática sobre los cuales se había asentado, hasta entonces, toda la ciencia occidental, desde los griegos. Por otra parte, el átomo, tenido hasta entonces por algo sólido, indivisible, fundamento último de la materia, va a resultar, desde 1897 y a partir de las investigaciones de los ingleses (Thomson, Lord Rutherford), nada menos que un sistema planetario en miniatura cuya mecánica interna aparece regida por una poderosa energía, que más adelante se tratará de liberar para su utilización por el hombre. Finalmente, también la posición del hombre en el Cosmos va a ser contemplada bajo una luz nueva, desde el momento en el que los hombres de ciencia dedicados al estudio de la geología y de la paleontología hagan retroceder la aparición del hombre sobre la tierra hasta unas fechas mucho más remotas de las admitidas hasta entonces; el hombre resultaba ser muy viejo sobre la tierra (medio millón de años, para los más prudentes), y muy joven, por el contrario, la civilización de los tiempos históricos.
En resumen, al mismo tiempo que el prodigioso avance técnico de los últimos tiempos -utilización de la electricidad como fuerza motriz, desarrollo de la industria química, generalización del motor de explosión aplicado al transporte y a la industria; desarrollo de la aviación, de la navegación submarina, de la telegrafía sin hilos, etc.- viene a dar al hombre una inusitada capacidad de dominio sobre la distancia y sobre las fuerzas de la naturaleza, la civilización occidental va a padecer una pavorosa crisis de certezas. En efecto, desde finales del siglo XVII la burguesía de los países occidentales había ido perdiendo, en mayor o menor medida, la fe religiosa, sustituyéndola por una fe en la ciencia, en el progreso, en la indefectibilidad de las leyes científicas, en la certidumbre aportada por la experimentación; el positivismo de mediados del siglo XIX había venido precisamente a levantar un sistema filosófico sobre ese conjunto de axiomas y principios procedentes del campo de la Naturaleza. Ahora bien, la audaz revolución de la década 1895-1905 viene a hacer al hombre más modesto, al poner de manifiesto la escasa firmeza objetiva de unas "leyes de la Naturaleza" tenidas hasta entonces por seguras, indefectibles e inmutables. A partir de Einstein,  de Planck, de Rhutherford, se abren al hombre nuevas perspectivas para el conocimiento real de la materia y del universo; pero, por otra parte, este avance científico entraña la negación de toda una visión del mundo montada sobre la vieja ciencia. Un filósofo americano, William James, señalará la imposibilidad de deducir consecuencias filosóficas de la nueva ciencia, al definir esta última como "conjunto   de convenciones cómodas". La ciencia, vieja ciencia que pretendiera explicarlo todo y sustituir la religión, ha entrado en crisis. El "milagro" -es decir, el hecho inexplicable desde el punto de vista exclusivo de la acción de las fuerzas de la Naturaleza- es aceptado, ante la evidencia, por el hombre de ciencia del siglo XX. El filósofo más significativo de la época va a ser Bergson (1859-1914), el cual exaltará el valor de la intuición, por encima de la inteligencia y de la lógica, cuando se trate de aprehender todo lo que es vital, todo lo que ocurre en el tiempo.


EL PAISAJE Y LA INTRAHISTORIA
Castilla 
En el fragmento, Azorín,  nos describe, con frases muy breves, la sequedad y decrepitud de esta vieja y sufrida región. La lejanía del mar aparece casi en cada frase acentuando, por contraste, la sequedad castellana.
No puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos barrancales pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones torrenciales han abierto hondas mellas; mansos alcores y terreros, desde donde se divisa un caminito que va en zigzag hasta un riachuelo. Las auras marinas no llegan hasta esos poblados pardos de casuchas deleznables, que tienen un bosquecillo de chopos junto al ejido. Desde la ventana de este sobrado, en lo alto de la casa, no se ve la extensión azul y vagarosa; se columbra allá en una colina con los cipreses rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el cielo límpido. A esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad no llega el rumor rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la paz azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo, el golpear sobre el yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces polvorientas, cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin verla la largura monótona de los surcos en los bancales. Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de una Virgen que vela por los que salen en las barcas; van por las callejas pinas y tortuosas a las novenas, miran al cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas, sino que las nubes no despidan granizos asoladores.
No se divisa nada; indudablemente se ha empañado el cristal. Limpiémoslo. Ya está claro; tornemos a mirar. Los bosques que rodeaban la ciudad han desaparecido. Allá, por aquellas lomas redondas que se recortan en el cielo azul, en los confines del horizonte, ha aparecido una mancha negra; se mueve, avanza, levanta una nubecilla de polvo.

LAS PREOCUPACIONES EXISTENCIALES


-Tenemos que hablar, Apolodoro.

-Tú  dirás.

-Observo en ti desde hace algún tiempo algo extraño y que cada vez respondes menos a mis preguntas.

-No haberlos concebido.
-No los concebí yo, sino la ciencia.
-¿La ciencia?
-La ciencia, sí, a la que te debes y nos debemos todos.
-¿Y para qué quiero la ciencia, si no me hace feliz?
-No te engendré ni te crié para que fueses feliz.
-¡Ah!
-No sé si tenemos o no derecho a la felicidad propia.
-¿Derecho? Pero sí a destruir la ajena, la de los hijos sobre todo.
-¿Y quién te ha mandado enamorarte?
-¿Quién? El Amor, o si quieres el determinismo psíquico, ese que me has enseñado..
El padre, tocado en lo vivo por este argumento, exclamó:
-¡El amor!,  siempre el amor atravesándose en las gran­des empresas... El amor es anti- pedagógico, anti-sociológico, anti-científico, anti.. . todo. No andaremos bien mientras no se propague el hombre por brotes o por escisión, ya que ha de propagarse para la civilización y la ciencia.


                                                                                                     Amor y pedagogía de Unamuno
Los novelistas de la llamada Generación del 98 indiscutiblemente destacan en la narrativa de las primeras décadas del siglo XX, independientemente de que consideremos o no de si esta es una generación o un grupo o también si el Modernismo y el 98 son corrientes literarias independientes o son las dos caras de una misma moneda, con una serie de coincidencias, pero también divergencias. Azorín en 1913 (Clásicos y modernos) alude al Grupo de los Tres, es decir, Azorín, Baroja y Maeztu, que compartían  la preocupación por España, protestas e inquietudes.

¿A qué se llama generación literaria?

Una generación literaria es un grupo de escritores (Unamuno, Azorín, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán, Antonio Machado…)que, nacidos en fechas cercanas (1864-1875) y movidos por un acontecimiento de su época(desastre del 98 y decadencia del país), se enfrentan a los mismos problemas (la decadencia de España tras el desastre del 98 y su atraso) y reaccionan de modo semejante ante ellos(les duele España y analizan sus problemas e intentan proponer soluciones. Comparten ideas, viajes (Toledo), actos colectivos (homenaje a Larra), protestas (por el Nobel a Echegaray).
En síntesis, se trata de un movimiento de ruptura con la estética vigente,  esta ruptura es una manifestación más de la crisis de finales del siglo XIX y que tendrá sus repercusiones en toda la literatura posterior como ejemplo de inquietudes artísticas y de libertad creadora.
Ante el estado de apatía e indiferencia en el que ha caído el país, se preocupan por encontrar la verdadera esencia o alma de España y el sentido de la vida. Para esto utilizan tres vías:

  • La literatura. Cada época literaria ha tenido sus modelos; los autores de la Generación del 98 sienten especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Cervantes y Quevedo. Admiran a Larra y a los ilustrados porque ya habían sufrido y analizado estos problemas. 
  • La historia. En ésta es donde buscan estos escritores la esencia de España, los valores de la patria y la raíz de los problemas presentes. 
  • El paisaje. Ven en el austero paisaje castellano el reflejo del alma y la esencia que buscan. Recorren la meseta de Castilla describiendo minuciosamente la pobreza de sus pueblos, la sencillez de sus gentes y lo extremado de su clima. Esperan captar, a través de este paisaje, el alma de España. 
Los dos grandes temas de la mayoría de sus novelas  giran  en torno al :
-        Tema de España. Su preocupación por la decadencia y el atraso del país  y la necesidad de combatir sus lacras, con propuestas sobre educación, economía, progreso, democratización y europeización. La búsqueda de las raíces, de la esencia de España,  les lleva a mirar a Castilla y a sus pueblos, símbolos de esa esencia, a su intrahistoria. Por esta vía llegan a los clásicos: Poema de Mío Cid, Berceo, Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Fray Luis de León, Cervantes, Lope de Vega, …
-        Los conflictos religiosos y existenciales están también presentes en sus novelas- San Manuel Bueno, mártir-. El sentido de la vida o el sinsentido ( muy presente en Baroja), el destino del hombre, Dios, la falta de fe. Estos conflictos desembocan en una angustia vital con especial dramatismo en Unamuno.
Estos novelistas se alejan de la novela realista (reflejo de la realidad exterior) y buscan una realidad interior y una mayor profundidad. Algunos de ellos están en la línea de renovar el realismo. Las novelas de Baroja no responden a las nuevas fórmulas, pero tampoco sus novelas son realistas. En la misma línea está la producción novelística de Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animado) y tal vez , la del escritor villanovense Felipe Trigo (Jarrapellejos, El médico rural).
Como expresión de una concepción novelística nueva se publican en 1902 : La voluntad
de Azorín, Camino de perfección de Baroja, Amor y pedagogía de Unamuno y Sonata
de Otoño de Valle-Inclán. Estas novelas ya contienen las innovaciones narrativas que los
distinguen:

  • La historia y el argumento pierden importancia, importa el mundo interior del protagonista y sus ideas, importan los conflictos internos de los personajes (antihéroes, marginados, frustrados, con un profundo pesimismo, abúlicos,  pero también con voluntad de acción) y que estos sirvan para la reflexión. Hay un predominio de lo discursivo y descriptivo sobre lo narrativo. Las novelas están  plagadas de reflexiones. De estructura atípica (en casos como Azorín casi hay una disolución del género). Importa cómo se cuentan las historias.
  • Las novelas no se dividen en los capítulos clásicos, suelen fragmentarse en estampas, producto de las percepciones del protagonista. La fragmentación, los saltos temporales  y las elipsis contribuyen a  atenuar o diluir la narración de los hechos, a su indeterminación.
  • El narrador también se diluye, la novela dialogal irrumpe en este sentido ya que los personajes hablan por sí mismos y no necesitan a un narrador. Si aparece el narrador, suele ser un narrador subjetivo que opina sobre los personajes y sobre los hechos narrados. El diálogo es muy importante.
  •  No hay intención moralizadora.
  • Su estilo se refleja en el uso de una lengua sencilla y espontánea: antirretórica. Destaca también la abundancia de estructuras coordinadas y de párrafos breves. El enriquecimiento léxico es una marca en estas novelas: rescatan palabras en desuso, del terruño. Pero, sobre todo, destacan por su sobriedad y claridad, aunque haya un menoscabo en el estilo.
LOS AUTORES
Entre los autores que cultivan la narrativa en estas primeras décadas destacamos en primer lugar a los de la Generación del 98: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, seudónimo de José Martínez Ruiz, y Ramón María del Valle-Inclán. Pero también tenemos que citar, aunque sea someramente,  a los llamados novecentistas, de la Generación del 14, Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró; y también a los que estuvieron vinculados con las vanguardias: Ramón Gómez de la Serna (El torero caracho, El caballero del hongo gris) y Benjamín Jarnés. Finalmente, como reacción a la novela deshumanizada, surge a partir de los años 30, la novela social, posible por esa vuelta a la rehumanización del arte: los hechos contemporáneos, la Revolución Soviética, la I Guerra Mundial o la Guerra de Marruecos son los nuevos temas de escritores como José Díaz Fernández, Arturo Barea (La forja de un rebelde de 1951) y Ramón J. Sender.

PÍO BAROJA
(Bidasoa,1874-1956) de familia acomodada y culta. Estudió Medicina y se doctoró con una tesis sobre el dolor, ejerció su profesión en Cestona poco más de un año y asqueado la abandonó para dedicarse a regentar una panadería familiar en Madrid y posteriormente  a la escritura. En Madrid entró en contacto con Azorín y Maeztu. Ingresó en 1935 en la RAE. Tras un breve exilio durante la Guerra Civil, volvió a España donde vivió apartado de los ambientes intelectuales.
Baroja fue un hombre escéptico y pesimista: entendía la vida como un caos sin orden ni concierto. El hombre es estúpido y egoísta por naturaleza lo que produce trágicos frutos inevitablemente. Influido por Schopenhauer y Nietzsche fue un nihilista contrario a todo y a todos (Iglesia, Estado, socialismo, anarquismo, los españoles, los franceses, etc.) Este nihilismo impregna muchas de sus novelas. El rasgo más característico de sus novelas es su dinamismo, su gusto por la acción en las novelas, por eso muchas de sus novelas son novelas de aventuras (Memorias de un hombre de acción (1912-1935): El aprendiz de conspiradorLa nave de los locosZalacaín el aventurero,etc.
En muchas de sus novelas se representa un mundo caótico donde los acontecimientos suceden sin explicación racional siendo el suicidio la única salida para muchos personajes como Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia. “La novela en general es como la corriente de la historia: no tiene principio ni fin; empieza y acaba donde se quiera”
Sus mejores hallazgos son la creación de ambientes (Madrid en La busca, Castilla en Camino de perfección, Londres en La ciudad de la niebla) y personajes. En las novelas de Baroja hay una certera observación de los ambientes, pero vistos desde la subjetividad del autor que con sus adjetivos valorativos y sus comentarios personales lo alejan del realismo decimonónico. Sus personajes tienen vigor y vida y esto lo transmite a través de los diálogos, en los que emplea un léxico sencillo y cotidiano, con expresiones populares o de la jerga callejera que le dan mucha naturalidad. Sus protagonistas son seres inadaptados (bohemios, vagabundos, aventureros) que suelen fracasar en su lucha por la vida, son pesimistas y desesperanzados y están dotados de una acción todopoderosa que casi siempre se convierte en vana al no lograr vencer al mundo. Aparecen caracterizados por lo que hacen y lo que dicen.
Sus novelas son sencillas, pero de lectura rápida y amenas. 
Su obra es muy extensa: 66 novelas, 10 libros de cuentos, teatro, poesía y ensayos y hasta 8 tomos de memorias. Organizó gran parte de sus novelas en trilogías. Entre ellas destacamos La vida fantástica (Camino de perfección(1902), Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901, Paradox rey (1905). Tierra vasca: La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz(1903), Zalacaín el aventurero(1909). La lucha por la vida: Mala hierba, La busca (1904), Aurora roja. La raza: La dama errante, La ciudad de la niebla (1909), El árbol de la ciencia (1911)… Otras novelas son Las inquietudes de Shanti Andía, El mundo es ansí, La sensualidad pervertida, etc.
Camino de perfección es una novela que tiene como protagonista a un típico personaje barojiano, Fernando Osorio, que presenta  períodos de abulia y de sufrimiento, pero emprende un viaje (ascetismo) y encontrará en la naturaleza (El Paular) fuerza y vitalismo.
La busca  merece mencionarla porque a través de la historia de Manuel (vago y trabajador) nos retrata el Madrid de principios del siglo XIX y la lucha de “los de abajo” por subir y “los de fuera” por entrar en la ciudad.

El árbol de la ciencia refleja  la desesperación moral y la desorientación de la España de la época. En ella se narra la vida de Andrés Hurtado, joven estudiante de Medicina y luego médico, hasta su suicidio, tras la muerte de Lulú y su hijo muerto. Andrés Hurtado fracasa en la vida a causa de una voluntad desorientada, posee un pesimismo implacable y es incapaz de adaptarse a las circunstancias a pesar de los esfuerzos. Es una novela de formación muy representativa del pensamiento barojiano.



La muerte de su madre le había dejado un gran vacío en el alma y una inclinación a la tristeza. Andrés casi (...)odiaba a su padre; no le podía soportar; le encontraba petulante, egoísta, fantoche, necio, pagado de sí mismo. Entre padre e hijo existía una incompatibilidad absoluta; no podían estar conformes en nada.

(…)

Andrés sentía por Luisito un cariño exclusivo y huraño. Andrés adquirió con este primer ensayo de médico un gran escepticismo. Empezó a pensar si la Medicina no servía para nada. Un buen puntal para este escepticismo....

(…)



“aquella indiferencia suya, aquella falta de dolor, le parecía algo malo. El niño había muerto; él no experimentaba ninguna desesperación. ¿Para qué provocar en sí mismo un sufrimiento inútil? Este punto le debatió largas horas en la soledad.

(…)
Su bienestar físico le preparaba para ese estado de perfección y de equilibrio intelectual que los epicúreos y los estoicos griegos llamaron ataraxia, el paraíso del que no cree.
(…)
Ella no podía comprender que Hurtado afirmase que era mayor delito robar a la comunidad, al Ayuntamiento, al Estado, que robar a un particular... En Alcolea, casi todos los ricos defraudaban a la Hacienda y no se les tenía por ladrones.
(…)
Kant prueba que son indemostrables los dos postulados más trascendentales de las religiones y los sistemas filosóficos: Dios y la libertad. Y lo terrible es que prueba que son indemostrables a pesar suyo... Ya no puede haber ni libertad ni justicia, sino fuerzas que obran por un principio de causalidad en los dominios del espacio y del tiempo
                                                      Cap. IV,  El árbol de la ciencia


UNAMUNO (Bilbao,1864- Salamanca,1936)
Miguel de Unamuno fue uno de los intelectuales más importantes de principios de siglo, de una vasta cultura, fue catedrático de Griego y rector de la Universidad de Salamanca, ciudad en la que vivió y murió. En su juventud se afilió al PSOE. Tras una crisis religiosa en 1897, abandonó el marxismo y moderó sus posiciones. Fue desterrado durante la Dictadura de Primo de Rivera. Apoyó el Alzamiento Nacional que inició la Guerra Civil, aunque varió su posición antes de morir el 31 de diciembre de 1936. Cultivó todos los géneros literarios: fue un gran ensayista, pero también un gran poeta, además de novelista. También escribió teatro y relatos.
Su primera novela, Paz en la guerra (1897), es una novela histórica de orientación realista, minuciosamente documentada. Según Unamuno, es una novela “ovípara” que solo acumula datos y no hay ambientación socioeconómica, frente a la “vivíparas” que nacen como los mamíferos y reflejan la vida
Unamuno trata en sus novelas sobre todo temas existenciales, en ellas se aúnan la literatura y la filosofía (la identidad personal, la existencia de Dios, el pecado original, la verdad…). Sus novelas se centran en las angustias internas de los personajes, no en la realidad externa (influencia de Schopenhauer y Kierkegaard). Muchas de las obras de Unamuno se construyen a partir de un simbolismo que abarca situaciones y también nombres, es el caso de Abel Sánchez (1917) donde el tema de la envidia toma cuerpo a partir de unos personajes cuyos nombres son Abel y Joaquín (que recuerda el Caín bíblico). Es una novela sobre el caínismo hispánico. Estructurada como una confesión de Joaquín Monegro a su hija, en ella indaga sobre la personalidad paranoica y sobre la auténtica existencia.Todos estos rasgos se concretarán en lo que el denominó como nivola. La nivola es una obra narrativa breve, sin descripciones ni “paja”. Se construye por medio de diálogos a través de los que los personajes se presentan y muestran problemas existenciales. 
Unamuno publicó en 1902 Amor y pedagogía, novela que rompe abiertamente con el realismo y que tiene una trama inverosímil: Avito Carrascal, un racionalista y positivista ridículo, intenta con métodos seudocientíficos –la ciencia se convierte en una religión- que su hijo sea un genio, cosa que no consigue y convertirá a su hijo Apolodoro en un infeliz que acabará suicidándose. La novela tiene como añadido un tratado de cocotología (papiroflexia), en palabras de su autor para rellenar páginas. La novela tiene un humorismo grotesco a través del cual Unamuno quiso ”soltar en broma lo que acaso pienso en serio”.
Niebla (1913), subtitulada nivola, plantea el problema de la existencia de Dios. Su protagonista, Augusto Pérez, decide suicidarse debido a una crisis amorosa- abandonado en vísperas de su boda-. Entonces, visita al propio Unamuno para que le aconseje. Unamuno, su creador, le muestra que es un ser sin vida propia pues es su personaje y Augusto decide rebelarse ante el autor y le recuerda que él también es un personaje de ficción inventado por Dios. Finalmente morirá como quiere el propio Unamuno, pero el autor queda turbado por la posibilidad de morir. Es una novela experimental e innovadora, en la que plantea la lucha contra el determinismo, contra Dios. Y una metanovela, la novela de la novela, en la que se noveliza la construcción de la propia novela y su proceso de invención.
San Manuel Bueno, mártir (1930) está considerada como una de sus mejores novelas, en la que indaga sobre la verdad, la existencia de Dios y la felicidad en la mentira a través de la historia de don Manuel, un cura párroco rural, que a pesar de que duda que Dios exista, extiende la fe para que los demás crean y alcancen la felicidad. Además quien cuenta la historia es Ángela Carballino, una narradora que ha sido testigo de los hechos. En el último capítulo aparece un narrador ficticio que relaciona la novela con otras obras de Unamuno (intertextualidad), apela al lector y reflexiona sobre la novela(metanovela). Es muy simbólica: La aldea de Valverde de Lucerna es el símbolo de la humanidad; la montaña y el lago simbolizan la fe y la falta de fe o la duda. El lago también simboliza protección. La metáfora de la nieve (su misterio) simboliza el misterio de la fe.

Otra de sus grandes novelas es La tía Tula (1921), en la que nos presenta a una mujer, Gertrudis, con un carácter muy fuerte, frente a un hombre débil, sin voluntad. Gertrudis se encarga de cuidar de sus sobrinos tras la muerte de su hermana, esto la lleva a enfrentarse con su cuñado Ramiro y a rechazarlo y, además, pretende ser virgen y madre a la vez. Con su actitud reta a la sociedad patriarcal del momento y critica el destino destinado socialmente a la mujer. El narrador adopta la perspectiva de los distintos personajes, y abundan en la novela las partes dramáticas o dialogadas.

JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN (1873-1967)
Este escritor alicantino adoptó como seudónimo el apellido de uno de los protagonistas de sus primeras novelas. Cultivó el ensayo y la novela y, tal vez, se en él donde se borran las fronteras entre los dos géneros, sus novelas prácticamente carecen de argumento y este es más bien un pretexto para la descripción de ambientes, infundiendo en el paisaje un punto de vista muy personal. Su estilo es inconfundible:  la frase corta, la sintaxis simple, el uso de un léxico rico, variado, castizo y preciso. La sencillez y claridad se percibe inmediatamente en sus textos. Sus novelas se pueden agrupar en dos tipos:
a) Novelas en las que predominan los rasgos autobiográficos y las impresiones suscitadas por el paisaje. La voluntad(1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904) sirven  para desarrollar las experiencias vitales y culturales del autor. El protagonista, Antonio Azorín, es un trasunto del propio autor, de su conciencia.
b)Publicó otro grupo de novelas (Don Juan de 1922, Doña Inés de 1925) en donde abandona lo autobiográfico, pero en las que utiliza personajes míticos para expresar sus propias inquietudes: el paso del tiempo, el destino, la fatalidad

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)
El escritor gallego es tal vez el escritor más original e inclasificable de toda la literatura española. Bohemio, estrafalario y extravagante él mismo fomentó su imagen y su pose( perdió la movilidad de su brazo izquierdo en una disputa). Estudió Derecho, pero no terminó sus estudios; emigró a México en busca de fortuna y de vuelta a España se dedicó enteramente a la literatura. También fue un autor que atravesó dificultades económicas.
La obra de Valle se aparte de cualquier influencia literaria o de cualquier corriente estética para convertirse en una obra absolutamente personal.
Entre 1902 y 1905 publica sus Sonatas (Sonata de primaveraSonata de estíoSonata de otoño y Sonata de invierno), en las que cuenta las aventuras del marqués de Bradomín y constituyen la mejor muestra de la prosa modernista. Tirano Banderas es una de sus cumbres narrativas y la primera novela de dictador de las que luego vendrían. Destacamos también la trilogía de El ruedo ibérico ( La corte de los milagros, ¡Viva mi dueño! Baza de espadas). En ellas nos presenta el reinado de Isabel II, caracterizado por la corrupción y la injusticia, con una visión esperpéntica (el esperpento fue su gran hallazgo).




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